«Me gustaría creer que Miguel Serna horadó la bala de su padre republicano, la insertó en una cadena y la llevó siempre sobre su pecho para poder enseñarla a sus hijos y a sus nietos y explicarles lo que era el horror de las guerras. Me gustaría creer que nunca ningún niño vivirá de nuevo una guerra». Maite Carranza