Nuestros dilemas -que Rollo May entiende como polaridades y no como contradicciones del todo insolubles- son la gran variedad y riqueza de la naturaleza humana, por una parte, y su monotonía y mezquindad, por la otra. ¿Cómo reconciliar la mayor generosidad y la extrema crueldad, la capacidad para el razonamiento y la conducta irracional, la confianza en nuestros potenciales creadores y el desesperado pesimismo autoderrotador? Aunque estas polaridades nos ha empujado a construir culturas y civilizaciones, sin embargo, no resuelven, sino más bien intensifican nuestros sufrimientos anímicos.