Recluidos en un sótano, un grupo de vencidos de la guerra civil contempla la vida a través de un simbólico tragaluz; jugando con el tiempo y reflexionando sobre la existencia desde una perspectiva moral, Buero Vallejo consigue que el espectador entre en escena y afronte los problemas de su entorno. El tragaluz nos demuestra, así, que es posible un futuro mejor si existe la solidaridad con el prójimo. En Las cartas boca abajo, por otra parte, el autor se centra en la transformación o la repercusión que un trauma psíquico, sentimental o espiritual en una tara de tipo físico, en este caso en el personaje de una mujer, y cómo su comportamiento conlleva la infelicidad de toda su familia.