Henchido de arrogancia, el por entonces recién ascendidocontralmirante Horatio Nelson ¿luego del combate del Cabo de SanVicente, estando el grueso de la Armada española bloqueada en Cádiz¿,urdió el ataque a Santa Cruz de Tenerife, sede de la Capitanía General y única plaza fuerte de Canarias. Así escribió Nelson al almiranteJohn Jervis, comandante de la Armada británica en el Mediterráneo:«Pero ahora viene mi plan, que no puede fallar, que inmortalizaría aquienes lo pusieran en ejecución, arruinaría a España y tiene todaslas probabilidades de elevar a nuestra Nación al mayor grado deriqueza que nunca haya logrado aún». En Santa Cruz aguardaba,conocedor de la alta probabilidad de un inminente ataque inglés, unviejo y sabio soldado, el teniente general don Antonio Gutiérrez deOtero, que contaba para la defensa con apenas tropa regular y laMilicia tinerfeña, campesinos faltos de instrucción y armamento.Durante la tensa espera y las dramáticas jornadas, tres jóvenesamigos, Fermín, Damián y Pilar, vivirán la más extraordinariaaventura, que cambiará el curso de sus vidas.